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Guillem Gisbert: "Sé que voy a perder público y poder sin Manel, pero ya tocaba"

Tras reinventar el pop en catalán (no sólo dentro de Cataluña), la voz de Manel publica su primer disco en solitario aprovechando la hibernación de la banda: "Sé que volveremos a hacer discos juntos, pero ya íbamos cortos de energía"

Guillem Gisbert: "Sé que voy a perder público y poder sin Manel, pero ya tocaba"
Fotografía: ANTONIO HEREDIA
Actualizado

Hace ahora un año largo, acabada la gira de su último disco, Manel, el grupo que revolucionó el pop en catalán dentro y fuera de Cataluña, anunció sin demasiadas parafernalias que entraba en modo hibernación. Lo hicieron en un tuit: Fins aviat, que estigueu bé! Manel se'n va a hivernar!

Ya ven, con tanto poco glamour que nadie les hizo demasiado caso. Al menos hasta que la prensa anunció (¡cuatro meses después!) que aquello significaba que la banda se separaba de forma indefinida. Cese temporal de la convivencia, que dirían las Infantas. Entonces vino el pánico entre los fans y una ristra de desmentidos por parte del mánager del grupo: "Manel no se separa, Manel se toma un tiempo para descansar".

"Sabemos que volveremos a hacer discos juntos y a tocar y lo que no queríamos era mercadear con el tema de la separación", explica ahora Guillem Gisbert, voz de Manel desde su primer álbum en 2008. "Queríamos evitarnos esa sensación que se te queda cuando un grupo anuncia que se separa y luego acaban volviendo. Nosotros quisimos evitarlo, pero fuimos unos ingenuos y se nos fue de las manos".

¿Por qué esa necesidad de hibernar ahora?
Veníamos de una gira muy complicada durante la pandemia y los cuatro decidimos que lo próximo que íbamos a hacer ya no sería un disco juntos. Estábamos un poco cortos de energía y nos dimos cuenta de que no podíamos seguir haciendo lo mismo de siempre. No queríamos tener la sensación de que el grupo se había convertido en un trabajo y era algo que teníamos claro desde el principio. Para dedicarte a esto necesitas estar jugando todo el rato.

Guillem Gisbert (Barcelona, 42 años) ha decidido ahora jugar solo. Al menos un rato. Está en Madrid de promoción. Solo. Presentando su primer disco en solitario: Balla la masurca! Un álbum que, como los álbumes de Manel, suena un poco a casi todo. A ratos suena a Dylan, otros a canción melódica italiana, suena incluso a tuna y a Gloria Lasso. Y suena casi siempre al estilo juguetón de Manel. "Es que no siento que necesite distanciarme del grupo", advierte Gisbert.

"Manel se había convertido en un trabajo y para dedicarte a esto, necesitas jugar todo el rato"

¿Ha habido algún momento de duelo en el proceso de este disco?
Creo que ese duelo se vive mucho más como oyente. Yo lo he experimentado como seguidor de algún grupo, pero desde dentro es diferente. Evidentemente he echado de menos a mis compañeros, pero también ha habido una parte nueva que ha sido muy divertida y ha sido un reto. Lo he disfrutado mucho. Después hay momentos raros, evidentemente. Es la primera vez que estoy de promo en Madrid, sin los otros tres y es extraño. Pero estoy convencido de que era el momento de hacerlo.
¿Y alguna sensación de traición? Al fin y al cabo, tú eres el cantante de Manel y quien más fácil tiene arrastrar al público del grupo.
Entiendo lo que quieres decir, y sí, creo que lo tengo más fácil. Soy consciente de que puedo canalizar mucho público de Manel, pero también sé que hay mucha gente que no pasará de Manel a otra cosa que ahora se llama Guillem Gisbert. Seguramente perderé público y poder, pero ya tocaba.
¿Cuánto ha afectado la hibernación de Manel al fondo de tu disco?
Buena parte del disco está escrito por un tipo que piensa que está preparando el sexto álbum de Manel. Son ideas que tienen tres, cuatro o cinco años. De hecho, una de las canciones más antiguas es la que la gente relaciona más con una idea de ruptura. Es Les dues torres, que habla de dos personajes (la Torre Mapfre y el Hotel Arts de Barcelona) que parecen condenados a estar juntos hasta que uno empieza a observar el mundo cambiando a su alrededor y siente un enorme deseo de apuntarse al cambio y transformarse. Esa canción la empecé a escribir antes del último disco de Manel. Una cosa que rema a favor de los músicos es que el público es muy generoso interpretando y suele pensar que todo obedece a un plan magistral del autor que en realidad no existe. Hay gente que hace unas interpretaciones brutales de temas míos que en realidad escribí porque había una palabra que me molaba. Cuando pasa esto, yo me quedo callado y dejo que la interpretación haga su trabajo.
¿Alguna vez imaginaste una carrera en solitario antes de Manel?
No, no. Una de las cosas que tengo claras es que si un tío está 15 años trabajando en un grupo es porque es un jugador de equipo. Yo nunca hubiese tenido la energía como para ser un artista en solitario. No me hubiese dedicado a esto ni de coña. Si estoy en esto, es por ellos tres. La fuerza, la energía, la capacidad de creer en uno mismo necesaria para ser un artista en solitario es flipante. A mí me ha pillado con mucha mili y lo puedo hacer ahora, pero nunca lo había ambicionado antes.
¿Qué ha cambiado?
Me ha ido sorprendiendo el oficio. Y se ha convertido en parte de mi monólogo interior. Me paso el día pensando en canciones, apuntando ideas para canciones, mejorando frases... Cuando se planteó la idea de buscar otros proyectos, yo vi que mi cerebrito no dejaba de darle vueltas a estas cosas, así que el avance natural era este.
¿Es muy diferente hacer un disco solo?
El grupo te permite ser introvertido, estar cerrado. El grupo es muy, muy autosuficiente. Pero el autor es al contrario, necesita abrirse. Ahora he tenido que forzarme a buscar esa parte extrovertida de mi carácter que puede estar muy tranquilamente adormecida durante mucho tiempo. Levantar el teléfono, hablar con este productor, quedar con él, pasarle las canciones... Toda esta parte que no tiene nada que ver con la parte creativa ha sido muy interesante. Es una aventura completamente distinta. Hacer un disco, al final, también es una sucesión de miles de pequeñas decisiones y de muchas de ellas no te das ni cuenta hasta que estás solo. Es como esas parejas en las que uno recrimina al otro que el papel higiénico no se cambia por arte de magia porque siempre hay uno que se hace cargo. Pues un poco lo mismo.
¿Y componer sin tres compañeros al lado?
Antes todas las canciones pasaban por el filtro de Manel y cualquier idea se reforzaba con su confianza. Encontrar ahora esa seguridad sin consultar a los demás ha sido también un ejercicio y eso que yo venía con el tanque de seguridad bastante lleno.

¿El resultado es muy diferente para ti?
Noto que quizás hay algunas canciones en las que pesa mucho la parte en la que yo trabajo más, que son las letras, las ideas musicales. Porque toda la parte de que la cosa suene realmente bien yo no la sé hacer. Por ejemplo, hay canciones que son especialmente largas, en las que pesa especialmente la letra. Aunque lo cierto es que Manel no tenía letras especialmente cortas.
Manel, y ocurre también ahora con tu disco en solitario, solía mezclar sin complejos todo tipo de estilos musicales. En Balla la masurca! hay incluso una tuna... ¿Hay algún género en el que no te ves? ¿Trap? ¿Reguetón?
Algo de reguetón había en Manel... El territorio híbrido es un territorio en el que me siento mucho mejor. Llevaba mucho tiempo flirteando con el género dylaniano y por fin me he atrevido a meterme de lleno, sin tiritas. Pero también me gusta mucho escuchar rap, el hip hop en general, el autotune, los kits y los beats electrónicos... Pero con otras cosas puramente de género creo que no me sentiría cómodo.
¿Cuánto te preocupa el éxito ahora?
El momento de transición es importante. Castañas comerciales de personas que saltan de grupo de éxito a carrera en solitario hay unas cuantas. Pero es que encima en catalán... Cuando a un grupo le va bien, especialmente cantando en catalán, ya es un pequeño milagro. Manel lo consiguió y nos permitió tener una carrera. Cuando haces un nuevo proyecto que se llama Guillem Gisbert saltas de esa inercia. Y veremos... No lo tengo claro.
La fórmula es cualquier cosa menos comercial en estos tiempos. Un disco en catalán, sin un estilo musical definido, con canciones de siete minutos...
Es curioso porque yo era consciente de que las canciones son largas. Pero ya pasaba con Manel, que son canciones pensadas por gente que desde el principio tuvo éxito. Eso marca el carácter. Manel es una obra hecha desde la autoestima, es una obra hecha desde el éxito, desde el principio. Y este disco viene de esa seguridad. Es un disco hecho por un señor que está acostumbrado a hacer canciones largas que además se escuchan.
¿Existe una fórmula Guillem Gisbert?
Imagino que hay un ser humano más o menos distinguible. Hay canciones que tienen como tres capas de disfraz y otras que tienen 22, pero al final vas dejando rastro. Va saliendo inevitablemente, pero la biografía de la persona que hace la canción es una cosa que no me interesa en absoluto.
¿Cómo se hace para triunfar cantando en catalán fuera de Cataluña en estos tiempos tan convulsos?
Nosotros tuvimos mucha suerte con los dos primeros discos. Hubo cierta prensa especializada, como podía ser en ese momento Rockdelux, que te daban una portada... Había una escena que estaba atenta a nivel español, un circuito de salas... Había un público que podríamos llamar indie que estaba movilizado más allá del tema del catalán. Ibas a Galicia y de repente te venían a ver 300 o 400 personas o venías a Madrid y también. En Madrid en la última gira tocamos cuatro o cinco veces. Igual en País Vasco o Andalucía.
¿Habéis notado que el clima político de los últimos años os haya afectado de alguna manera?
En el momento en el que eso podría haber pasado, que sería quizás en el momento álgido del procés, nosotros no notamos eso para nada. En esa época tocamos en Madrid muchísimo y para nada... Notas quizás más el tema político a nivel municipal, cuando cambia algún Ayuntamiento. Lo notas más, por ejemplo, en Valencia.
El disco tiene varios mensajes que suenan a nostalgia, que hablan de la juventud con cierta melancolía. ¿Echas de menos al Guillem Gisbert de hace 15 años?
Evidentemente hay una mirada nostálgica hacia la juventud desde mis 42 años, pero la nostalgia no es algo que me interese demasiado.
¿Qué piensas cuando escuchas ahora el primer disco de Manel?
Pienso que es un disco que ya no volvería a hacer y eso lo digo en sentido positivo y en sentido negativo. Evidentemente, si lo reviso puedo ver errores, cosas que haría distintas, pero afortunadamente no puedo tocarlo porque ahí había una energía maravillosa, de gente de veintitantos años entrando en un estudio y haciendo una cosa con toda la ilusión del mundo. Eso es muy guay. Está bien dejar rastro de toda esa época.
¿Y cómo te imaginas dentro de otros 15 años?
En 15 años me gustaría haber sacado más discos con Manel y más discos como Guillem Gisbert. Me gustaría haber podido mantener estas dos líneas en paralelo y que el grifo de las canciones haya seguido funcionando.