MÚSICA
Música

Pablo López: "Hay abrazos imposibles que me encantaría ver, como el de Putin y Zelenski"

Celebra 10 años de carrera con una gira y sin prisa para hacer un nuevo álbum: "Estoy fuera de las dinámicas de la industria musical. Si alguna vez tuve miedo a perder algún tren, ya no lo tengo"

El cantante y compositor, Pablo López.
El cantante y compositor, Pablo López.Antonio Heredia
Actualizado

El patio de Pablo López (Fuengirola, 1984) no es tan oscuro como lo pintaba el videoclip de la canción. Es amplio, luminoso y acogedor. El artista recibe a EL MUNDO justo ahí, en una soleada mañana de este "abril sin anestesia", como reza una de sus últimas letras. Sonríe y se presenta, cabizbajo, como si no supiéramos a casa de quién hemos venido.

Han pasado más de 15 años desde que el malagueño participase en Operación Triunfo, cuando este aún se emitía en la televisión en abierto. Desde entonces, la vida de Pablo López ha sido una montaña rusa con muchos bucles y un inicio con más pendientes que colinas. Pese a quedar segundo en OT por votación popular -David Bisbal y Manuel Carrasco ocuparon el mismo puesto antes que él-, Risto Mejide pronosticó que López estaba condenado a permanecer como "pianista de bares, hoteles y cruceros". El tiempo le llevaría la contraria y le arrancaría una disculpa: 10 años de carrera, cuatro álbumes y numerosas participaciones en programas como La Voz lo han consagrado como uno de los músicos españoles más alabados del panorama actual.

"A los artistas que acaban de salir de la Academia de OT, porque cualquiera que se suba a un escenario e intente transmitir emociones ya no es solo un triunfito, sino un artista de los pies a la cabeza, les diría que lo tengan claro, que no han entrado en ningún mundo extraño y que el éxito depende exclusivamente de ellos, no de lo que les digan unos y otros", dice López. "Puede que algunos tengan que luchar un poquito más por firmar un contrato, pero es mejor no montarse ninguna película y saber bien de quiénes te rodeas. Yo tuve que aprenderlo hace un tiempo".

Para saber más

Confiesa que le cuesta mucho dar consejos. Pero, ¿cuál le daría el Pablo de hoy, que llena teatros y recintos de conciertos, al joven que tocaba en aquellos bares, hoteles y cruceros? "Que no se preocupe tanto por los detalles logísticos, que no perdiese ni un minuto dejándose llevar por el miedo. Y, sobre todo, que disfrutara, porque no tenemos que dar nada por hecho en esta vida", sostiene.

Y como no la da por sentado, se limita a vivirla. Sin prisa, sin presiones, sin envidiar al de enfrente. Sin permitirse caer en la vorágine de las canciones prefabricadas y las rocambolescas estrategias de marketing de la industria. Para el malagueño, es prácticamente un privilegio que le permitan poder sacar música a su ritmo. "El otro día leí una noticia sobre que se editan nosecuantas mil canciones al día. Con todo esto de la IA, parece que es tan fácil como darle un botón y ¡hala!, tienes una canción de tres minutos que suena casi idéntica a otra. Estoy un poquito fuera de toda esa dinámica porque, si algún día tuve miedo a perder algún tren, te prometo que ahora mismo no lo tengo", dice, encogiéndose de hombros. "Yo sigo yendo al supermercado y pudiendo pagar mis facturas y, sobre todo, sintiéndome muy cómodo con tocar cada día y, si de ahí sale una canción cada cuatro meses y no cada semana, pues que así sea. Me gusta hacer las cosas poco a poco, con alma y con amor, porque así me han educado mi familia y mi público".

Como habrán adivinado a estas alturas, Pablo López no tiene intención de sacar disco por ahora. Han transcurrido tres años desde que saliese su álbum Unikornio, ya en los estertores de la pandemia. En un esperanzador amago, lanzó el primer single de lo que será su próximo trabajo -aún sin fecha, para impaciencia de sus fans y exasperación de los medios-, Quasi, en diciembre de 2022. Desde entonces han llegado, tan espaciados como rotundos, El abrazo más grande de todos los tiempos, Abril sin anestesia y Mira cómo bailan. "Este último tiene un significado muy especial, es una historia con un desenlace que nadie espera. Algún día lo contaré", afirma, misterioso como es él.

"Al público puede parecerle que ahora hago temas más abstractos, pero creo que nunca he escrito más claro sobre mi vida, sobre lo que pasa a mi alrededor, que en los últimos meses. Simplemente no le pongo nombre y apellidos", asegura.

Pablo López es pura naturalidad. Nos enseña el jardín, donde se estiran y relamen sus dos gatos mirando la piscina con recelo; el huerto, donde planea hacer crecer un limonero y un rosal, y su estudio de grabación casero, donde pasa horas "dando la matraca" en el piano. Cumplió los 40 hace un mes, pero él sigue estancado en la treintena. O mejor, en la infancia. Se niega a abandonar el niño que fue; con él comparte el entusiasmo al hablar de lo que le apasiona, y también esa timidez que le impide sostener la mirada cuando tiene que responder a cualquier pregunta.

"El abrazo de un niño es lo más hermoso que existe. Tú pones a un niño israelí y a uno de Gaza, y se van a acabar abrazando. Ahí se demuestra que es es algo absolutamente natural, íntrinseco al ser humano, ancestral y primario". Pero, ¿cuál sería para Pablo López el abrazo más grande de todos los tiempos? "No quiero hacer populismo barato, pero ahora mismo, el de Putin y Zelenski. Es un abrazo imposible, aunque claro, con la IA puedes tener rápidamente una imagen de los dos tomando un mojito en la playa", dice. Reivindica el abrazo como el arma más efectiva para hacer el amor y no la guerra: "Parece que fuera necesario que cayera un meteorito para que nos caguemos de verdad y dejemos de discutir tanto".

El músico arrancó en febrero la gira donde conmemora una década sobre los escenarios, recorriendo su discografía por toda España y viajando por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica en otoño. Valencia, Vigo, Valladolid, Granada, Gijón... hasta llegar a dos noches con todo vendido en el Palau de la Música de Barcelona este 10 y 11 de abril. A mediados de junio, el madrileño Teatro Álbeniz acogerá cuatro conciertos de López como parte del Universal Music Festival. "Estoy cantando una canción que escribí hace 10 años y, a los cinco minutos, otra que escribí hace tres meses. Es una locura, parece que ambas se interpelan, que se ríen la una de la otra. Pero siento que las disfruto por igual, les tengo el mismo respeto, y percibo que el público también.", asegura.

Lo de componer álbumes enteros, grabar todas las demos y luego elegir entre varias decenas las 12 o 13 que integran finalmente el disco no va con él, confiesa. Admira a los artistas que son capaces de hacerlo, pero su modus operandi es bien distinto. Su equipo no se mete y le deja hacer; a los genios hay que dejarlos tranquilos. "Soy muy ansioso. En cuanto vomito las canciones, quiero que el público las escuche. Compongo constantemente, pero solo salen aquellas de las que me siento realmente orgulloso, hay algunas muy embrionarias que se quedan en 'mitades de' o en 'tres cuartos de' porque las enseño a mis amigos y luego me desinflo. Antonio [Orozco] dice que muchas mueren de éxito sin ver la luz por mi culpa", ríe.

Hace unos meses, y gracias a Victoria -su trabajo como letrista para Raphael- tuvo la oportunidad de grabar en los estudios de Abbey Road en Londres. 20 años atrás, López vivió en la capital inglesa, cantando en sus calles. De camino a casa, se desviaba para pasar delante del emblemático lugar donde hacían magia sus admirados Elton John, David Bowie y Pink Floyd. "Hace poco encontré un vídeo mal grabado en un móvil viejo que le envié a mis colegas, donde yo, con mi cara de niño malo, bromeaba: 'Chavales, ¿véis esto? En na' estoy por aquí, pero dentro, está chupado'. Fíjate, era un profeta y no lo sabía", cuenta entre risas.

Sin embargo, reconoce que no había nada de ceremonioso en esas grabaciones en Abbey Road: "Me he dado cuenta de que estoy por encima de fanatismos y de templos. Puedo permitirme emocionarme a las 7.50 mientras acabo de desayunar, pero a las 8.00 soy consciente de que hay que aprovechar cada minuto en esa sala magnífica, es un sudar de cerebro total que te impide aburrirte y ponerte a divagar".

¿Con todo lo soñado y lo logrado, hay algo que le escueza especialmente a Pablo López? "En lo personal, me arrepiento de muchas cosas. Aquí donde me ves, soy un tío con un sentido masoquista de la responsabilidad. A veces no he querido llegar a conocer bien a alguien por miedo a enamorarme, porque no creía que fuera el momento". En el terreno profesional, también hay cosas que se ha quedado con ganas de hacer, pero no tira la toalla: "No soy muy de featurings aunque sé que están de moda, necesito encontrarles un sentido, pero me encantaría hacer alguna colaboración con Stromae, me parece un tipo bárbaro. Y también con Robe Iniesta, de Extremoduro. He soñado con él estos días".