TOROS
Feria de Fallas

Una faena con sordina de Morante en la jaleosa mixta de Valencia

El maestro de La Puebla se deleita -sin que la plaza se entere- en los albores de una tarde que fue para el novillero de la tierra Nek Romero: cortó una oreja como Hermoso en el arranque de su despedida

Morante a la verónica
Morante a la verónicaNAUTALIA ESPACIOS
Actualizado

Morante de la Puebla caminó el paseíllo absorto, ensimismado, muy despacio y hacia dentro. Como luego fue la faena. No se enteraron de la delicatessen en Valencia, tierra telúrica de mascletaes y arròs amb fesols i naps. Morante toreó sumido en una formidable pereza, el pulso de sus muñecas. Ese fue el son desde que desplegó su capote de vueltas verdes y meció una gavilla de verónicas. Seis y la media con el toro de Juan Pedro apuntando templanzas, echando las manos por delante entonces. Del encuentro con el caballo salió ordenado y escanciando bondades, con el aliento preciso. MdlP sublimó la verónica hasta elevar el quite a la categoría de obra de arte, tan dormido el lance en su empaque.

La faena fluyó como un gozo, mecida desde el prólogo a media altura. El maestro de La Puebla esperaba la embestida, se reunía con ella, la ayudaba con precisión de seda, hundido en sus talones. En cada serie le faltaba al toro de juampedro ese último empuje que él le ponía. Y, mientras, había un deleite secreto, una armonía silenciosa, el toreo sin ruido, que la gente no sintonizaba. Ya fuera en su mano derecha o en su izquierda. De las dos series de naturales, uno por ronda todavía no ha acabado con su infinito dibujo. Los ayudados finales salpicaron de majeza a la cosa. Un pinchazo acabó por ponerle una sordina mayor a la delicada obra. De la que no se enteraron, ya digo. Luego quedó todo muy lejos con el transcurrir de la jaleosa tarde, y más después de la lidia de otro toro de Juan Pedro, tan grandón y tan vacío. Morante abrevió y la parroquia sí se manifestó ahora, contrariada, claro.

A mí, como a Paco Ojeda, las corridas mixtas, me joden por definición. Primero porque con el matador, que al fin y al cabo es el que se mata dos toros enteros y verdaderos, siempre sucede el agravio comparativo: se siente la gente durita. Y además, en este caso, la miscelánea ganadera no afectó lo más mínimo a la exigencia en el trapío de los toros. Como sí parece que se dio en los otros componentes.

A Nek Romero le tocó un novillo ideal de Alejandro Talavante. Nek, la promesa de Valencia, ha perdido el punto físico -se ha puesto de un ancho impropio- pero no la conexión con su público. El tipo del utrero se hacía de lujo; la embestida también. Tiene Romero la idea del toreo, pero con una bravura tan cara no vale -como hace un año- sólo con la idea. Esa que se intuye más y mejor por momentos en su izquierda. Lo arroparon a caño abierto de oles. Un jaleo permantente. El volapié fue de 10. No le valió al presidente para conceder la segunda oreja, mayoritariamente pedida.

Atacó con todo en el altón sexto, que fue otra historia. Se metía mucho por dentro por el pitón derecho, no se daba igual, sin entrega. Nek tragó con todo. Y se arrebató de rodillas en el final de faena para conquistar la puerta grande que se sentía arrebatada. Pero pinchó, la muerte se demoró y todo quedó en una vuelta al ruedo como premio de consolación..

Pablo Hermoso de Mendoza, el otro maestro de la tarde, en lo suyo, claro, arrancaba en Valencia su gira del adiós después de 5.000 toros y una trayectoria de leyenda. No midió el castigo con un dije de Carmen Lorenzo, una monísima pelota con la edad recién cumplida, y desangró su bravo tranco con dos hierros excesivos. Al murube no le alcanzó la vida para finalizar todo lo bueno que había apuntado, y se paró aplomado.

Hermoso se enmendó con el cuarto, de El Capea, mucho más toro y de muy notable empleo: sólo lo castigó con un rejón. Humilló con ritmo sostenido, lastrado quizá por los cuartos traseros. Pablo pudo reverdecer de algún modo los vencidos en tiempos de gloria. Y se despidió con una oreja que los honraba dignamente.

Plaza de toros de Valencia. Viernes, 15 de marzo de 2024. Quinta de feria. tres cuartos de entrada. Toros de rejones de Carmen Lorenzo y El Capea (1º y 4º), desiguales de presencia y muy notables ; para la lidia a pie dos de Juan Pedro Domecq (2º y 5º), serios, bueno de justo aliento uno, vacío otro; y dos novillos muy bonitos de Alejandro Talavante (3º y 6º), excelente aquél, más complejo éste.


Pablo Hermoso de Mendoza, rejonazo trasero (palmas). En el cuarto, rejonazo (oreja).


Morante de la Puebla, de corinto e hilo blanco. Pinchazo y estocada atravesada (saludos). En el quinto, estocada hablidosa (algunos pitos).


Nek Romero, de negro y oro. Gran estocada (oreja y fuerte petición). En sexto, pinchazo y estocada. Aviso (vuelta al ruedo).