TOUR DE FRANCIA 2023

Tour de Francia

Una crono para separar a los inseparables Vingegaard y Pogacar: "Sólo pienso en estar a su lado"

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El líder y el aspirante, que hablan de "juego", salen del tríptico alpino en apenas 10 segundos, apelan a la contrarreloj del martes y a la etapa reina del miércoles como decisivas.

Pogacar y Vingegaard, en Saint Gervais.
Pogacar y Vingegaard, en Saint Gervais.EFE

En el vaivén de sensaciones que es este Tour de Francia, de pequeñas batallas ganadas, de inercias que van y vienen, se pueden establecer varias conclusiones a estas alturas, todas bajo asterisco. Al tríptico que prometía hacer estallar la carrera entró Jonas Vingegaard con 17 segundos de diferencia, fraguada en la primera toma de contacto con la montaña, el día pirenaico de Laruns. Y de él sale con 10, apenas rasguños. Es más, en los Alpes sumó un segundo a su pequeño y valioso colchón. Y todo, gracias a las bonificaciones. Una resistencia para también minar la moral el aspirante Tadej Pogacar, que lleva persiguiendo el amarillo desde que hace más de un año lo perdiera en el desastre del Granon.

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Es tal el hostigamiento, que Pogi se para en seco en las subidas, lo nunca visto: invita a actuar a su rival, le mira de reojo, algo que cambie un guion que no acaba de hacerle triunfar. «Nos estamos vigilando todo el tiempo, por mi parte solo pienso en estar a su lado, es mi objetivo. Me encontraba bien, quizá debía atacar, pero estamos en una suerte de juego entre ambos y cuando ha saltado Adam Yates he pensado que no tenía sentido salir», admite sin rubor Vingegaard tras la subida a Saint Gervais, con un temple de veterano, que se permitió el lujo de adelantar en meta a Tadej y de marcar el mejor tiempo histórico de la subida a Saint Gervais. Batió por más de un minuto (17:58) el anterior récord, en posesión de Buchmann (19:02) desde la Dauphiné de 2019. «Traté de atacar, pero pude ver que Jonas lo estaba haciendo muy bien, así que no gasté demasiada energía», justifica después el esloveno, que pronto piensa en lo que está por venir, que no es poco.

El lunes de descanso en los Alpes será también una jornada de estrategias, de mucho trabajo táctico por parte de ambos equipos. Porque en todos los Tours que se decidieron por ventajas exiguas, la lucha contra el crono resultó definitiva. Quién no recuerda la de Greg Lemond y Laurent Fignon en los Campos Elíseos en 1989 o la de Alberto Contador defendiéndose de Cadel Evans y su compañero Levi Leipheimer en 2007 en Angoulema. O la más reciente, la de Pogacar y Primoz Roglic en la Planche des Belles-Filles. Los 22,4 kilómetros del martes entre Passy y Combloux son una trampa, con incluso un muro de casi tres kilómetros al 9%, en el que la administración de fuerzas incluso la bicicleta elegida puede resultar fundamental. Y Vingegaard partirá el último: «Es corta pero me gustan las cronos cortas. Es difícil encontrar el ritmo y me gusta cuando hay muchos cambios de ritmo».

«En la contrarreloj habrá diferencias, además la etapa del día siguiente, con uno de los ascensos más duros del mundo (el inmenso Col de la Loze), también sea decisiva. Y luego la vigésima...», admite Pogacar, que no desespera y busca el lado positivo: «¿Diez segundos? A estas alturas esperaba estar más retrasado». Y que ha estudiado el recorrido a conciencia, no hay detalle suelto, y hoy lo volverá a recorrer.

Carlos Rodríguez

Si la batalla por el liderato está resultando angustiosa, no menos se está convirtiendo la de ser el primero de los mortales. Carlos Rodríguez oposita con fuerza a no bajarse del podio que conquistó en Morzine, Jai Hindley parece cada vez más débil y descartado, pero ahora le amenaza un Adam Yates que no parece flaquear pese a su labor de equipo con Pogacar. El granadino, memorable su resiliencia en los Alpes, no es especialista puro contra el cronómetro, pero tampoco tiene malos precedentes. El año pasado en la Vuelta, con final en Alicante, firmó el cuarto mejor tiempo y aventajó en 20 segundos al otro Yates, Simon. En 2018, uno de sus primeros éxitos, se proclamó campeón de España en la prueba contrarreloj en categoría júnior.

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