Hace un mes, Tom Brady salía a hombros tras conquistar la séptima Super Bowl de su cuenta y la primera con los Buccaneers, por los que había fichado en marzo de 2020. Habían derrotado a los Kansas City Chiefs (31-9) de Patrick Mahomes en la final del campeonato y el cielo volvía a ser suyo, tras haberlo acariciado seis veces con los Patriots. Esta vez, Brady, que cumplirá 44 años en agosto, desenfundó el bolígrafo y estampó su firma para extender su contrato con la franquicia de la NFL durante cuatro años más. Los tres últimos cancelables.
Una operación con la que poder retener a jugadores importantes, ya que el objetivo es repartir el sueldo en esos cuatro años y reducir la nómina del equipo para poder retener a otros jugadores importantes, según informaron varios medios estadounidenses. Así que lo normal es que juegue hasta 2022, cuando cumplirá 45 años, la edad en la que tenía pensado retirarse.
El nuevo acuerdo permite a los Buccaneers ahorrarse 19 millones en el tope salarial de este año. Mientras que el resto de los años de contrato le servirá para amortizar el salario de más de 25 millones de dólares que recibirá Brady, quien aceptó este tipo de acuerdo para facilitar que el núcleo de los actuales campeones del Super Bowl se mantenga unido. Es decir, gastar más para retener a los defensores Shaquil Barrett y Ndamukong Suh o el receptor Rob Gronkowski.
"Cuando adquirimos a Tom hace un año, estábamos extremadamente entusiasmados con el liderazgo, el equilibrio y la trayectoria ganadora que traería a nuestro vestuario. Desde entonces, ha demostrado ser el mejor competidor y ha cumplido en todos los sentidos", dijo Jason Licht, el general manager de los Buccaneers. "Año tras año, Tom demuestra que sigue siendo uno de los mejores quarterbacks y no podríamos estar más felices de mantenerlo en Tampa Bay", añadió.
Brady lanzó para 4,633 yardas y consiguió un récord de los Buccaneers de 40 pases de touchdown, su segundo más alto en una sola temporada en su carrera.
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