EDITORIAL
Editorial

Bildu ya es alternativa de poder y abre un escenario inquietante

Que tres cuartas partes del Parlamento vasco sean soberanistas es la constatación de un fracaso de los partidos de Estado

Pello Otxandiano y Arnaldo Otegi, durante la celebración de los resultados en la sede de EH Bildu.
Pello Otxandiano y Arnaldo Otegi, durante la celebración de los resultados en la sede de EH Bildu.Miguel ToñaEFE
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Las elecciones autonómicas vascas más reñidas entre las dos fuerzas nacionalistas se saldaron ayer con un ganador de facto, el PNV, y un ganador moral, EH Bildu. Ambas siglas empataron en escaños (27), pero los jeltzales vencieron en votos y, además, podrán reeditar su coalición de gobierno con el PSE. Sin embargo, la confianza de que Imanol Pradales será lehendakari se debe únicamente al crecimiento de su socio minoritario (de 10 a 12 escaños). Desgastado por la gestión de la sanidad y la se

guridad, el PNV ha obtenido una prórroga, pero el cambio operado en las urnas es evidente: los resultados récord de EH Bildu (340.000 votos) confirman la configuración de la marca liderada por Arnaldo Otegi como alternativa de poder y le otorgan una inquietante capacidad de influencia.

Si bien cabe felicitarse por que la izquierda
abertzale
no haya culminado su aspiración de convertirse en primera fuerza, el escenario que se abre es muy preocupante.
Tres cuartas partes de la Cámara de Vitoria están en manos nacionalistas: 54 escaños de 75 -fueron 52 en la legislatura anterior-
. Esa mayoría soberanista, la más amplia de la historia, es la constatación del fracaso de los partidos de Estado, que se han mostrado incapaces de ofrecer una alternativa política y cultural al nacionalismo.

Esta mayoría soberanista supone una amenaza cierta para la convivencia entre vascos y también en el conjunto de España.
Lo español se verá como algo cada vez más ajeno en las instituciones y en la educación.
Y nada garantiza que en los próximos años
jeltzales
y
abertzales
no impulsen un proyecto de ruptura y desigualdad (un «nuevo estatus») aprovechando la dependencia que Pedro Sánchez tiene de ambos socios para mantenerse en La Moncloa.

La anomalía del
débil espacio constitucionalista
es evidente. Aunque los socialistas de Eneko Andueza mejoran sus resultados y han sabido rentabilizar su paso por el Gobierno vasco, siguen siendo minoritarios. Lo mismo ocurre con el PP de Javier de Andrés: aunque también crece, sólo suma un escaño más (hasta los 7) y no logra atraer al votante de Vox, que mantiene su escaño por Álava.

El hecho de que el partido que ejerce como legatario político de la organización terrorista que asesinó a 853 personas durante casi medio siglo haya recibido el apoyo del 32,5% de los votantes vascos dibuja el perímetro de un agujero moral al que los partidos constitucionalistas han contribuido de forma gravemente irresponsable.

Es cierto que cuando ETA mataba ya hubo hasta 220.000 vascos que los votaron. Pero
lo ocurrido este domingo constituye un salto adelante, producto, entre otros factores, de la «construcción nacional» impulsada durante décadas por el PNV, pero también de la política de blanqueamiento y legitimación impulsada por el PSOE
de Zapatero, asumida pasivamente por el PP de Rajoy y multiplicada hasta sus últimas consecuencias por el PSOE de Pedro Sánchez. Si los partidos constitucionalistas actúan como si ETA no hubiera existido -en esta campaña, incluso el PP ha hecho explícita su renuncia a combatir ese relato de sangre-, la izquierda
abertzale
solo puede fortalecerse.

De este modo, seis años después de la disolución de ETA, con un candidato incapaz de llamarla terrorista y con un proyecto excluyente que busca uniformizar a la sociedad,
EH Bildu es visto como un partido normal
. Un partido perfectamente tolerado que este domingo festejó la noche electoral entre gritos de «independencia» y «
Jota ke irabazi arte
» (Dale duro hasta vencer).

Desde el punto de vista de la política nacional,
las elecciones vascas neutralizan el alto riesgo al que se enfrentaba el presidente si EH Bildu daba el
sorpasso
al PNV
. Con la legislatura parada, el resultado de los socialistas le permitirá además sacar pecho de la primera cita electoral del apretado calendario que se avecina: las catalanas el 12 de mayo y las europeas el 9 de junio. Su socio de gobierno, en cambio, ha cosechado un resultado pobre: Yolanda Díaz logra entrar con un solo parlamentario. Podemos, que tenía seis escaños, desaparece.

Aunque todo parece quedar igual, nada es lo mismo.
Euskadi inició este domingo un alarmante cambio de época
. El Parlamento vasco más soberanista echa a andar en la legislatura más frágil de la democracia española.

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