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Un delirio seriéfilo entre fabricantes de metanfetamina: 15 años del fenómeno Breaking Bad en España

Analizamos el impacto del universo creado por Vince Gilligan década y media después de que Walter White y Jesse Pinkman llegaran a las pantallas españolas, cuando Narcos todavía no había puesto de moda las ficciones sobre cárteles y sicarios

Breaking Bad.
Bryan Cranston, protagonista de Breaking Bad.EL MUNDO
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Un hombre en calzoncillos y con una máscara antigás conduce una autocaravana por una solitaria carretera en medio del desierto de Nuevo México. En el asiento del copiloto hay otro hombre, también con una máscara antigás, que yace inconsciente con la cabeza apoyada sobre el salpicadero. Frente a una cámara de vídeo, el hombre se identifica como Walter Hartwell White y deja un críptico mensaje final para su mujer y su hijo. Al terminar, Walter deja la cámara en el suelo, se coloca semidesnudo en medio de la carretera y levanta la pistola mientras el ruido de sirenas de policía va acercándose.

Hace 15 años desde que esta historia in extrema res llegó oficialmente a la televisión española a través de Paramount Comedy. El 7 de abril de 2009 se emitió el primer episodio de Breaking Bad, un año y tres meses después de su debut en el canal estadounidense AMC. Su desembarco fue tardío en un tiempo sin la variedad de plataformas a las que tenemos acceso hoy: quienes querían seguir la más rabiosa actualidad de la ficción internacional tenían que utilizar medidas desesperadas. "La vi en páginas pirata, primero, y después en Dios sabe dónde. Pero había que verla, esa es la cuestión", comenta riendo Miguel Toledo, fan declarado de Breaking Bad.

Así se colaba en nuestro imaginario seriéfilo el antihéroe Walter White, también conocido como Heisenberg: un profesor de química reconvertido en fabricante y traficante de metanfetamina tras ser diagnosticado con un cáncer de pulmón inoperable. "Todo es por mi familia", decía al principio. "Yo soy el peligro", diría unas temporadas después, encarnando a todo un capo de la droga.

La limitada penetración inicial de la serie protagonizada por Bryan Cranston y Aaron Paul en nuestro país pudo deberse a que Paramount Comedy no era una cadena apropiada para el aterrizaje de Breaking Bad. Más que de una comedia dramática, se trataba un drama neo-noir con algunos toques de humor, pero sin el ritmo acelerado de una sitcom. En realidad, habría sido fácil para un espectador, en un golpe de zapping, confundir el mítico piloto con una película independiente. Vince Gilligan, guionista curtido en Expediente X, pensó la serie en términos muy visuales: el uso del color como leitmotiv y los llamados "planos Breaking Bad" -aquellos grabados desde el interior del maletero o la nevera- son recursos de lo más interesantes.

"Hay episodios que echan mano de las herramientas del suspense de Hitchcock para enganchar emocionalmente a los espectadores"

Asier Gil, investigador y profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III

"La serie tiene una puesta en escena muy cuidada que sabe trabajar bien la iconografía y ayuda a reforzar la evolución de los personajes. Hay numerosos detalles que en un primer visionado pueden pasar desapercibidos, pero que invitan a un segundo visionado más atento, como los easter eggs o "huevos de pascua" que el público debe encontrar; una práctica muy habitual dentro de los videojuegos", explica Asier Gil, investigador y profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. "También, en un sentido más clásico, hay episodios que echan mano de las herramientas del suspense de Hitchcock para enganchar emocionalmente a los espectadores".

Para muchos expertos del ámbito audiovisual, Breaking Bad es una de esas series de culto que nadie puede perderse. Se ha incluido en libros como 100 series que ver antes de morir. Otros, como Gil, ponen en duda la validez del término en este caso. "Breaking Bad no se ajusta del todo a la idea de productos mediáticos de culto por una simple razón: desde sus inicios gozó de buena aceptación de público y crítica, al menos en EEUU. Por lo general, se suele pensar que algo es de culto cuando en un inicio no funciona bien, pero una determinada minoría la hace suya y le da un nuevo valor, incluso décadas después de su estreno, como ha ocurrido con la película Showgirls. Breaking Badno ha seguido estrictamente un proceso de revalorización, pero sí que tiene ese efecto por el cual la gente la ha hecho suya y tiene una comunidad de fans muy fuerte y leal", sostiene.

Tazas con la tabla periódica, láminas con la silueta de Walter White y su alter ego, camisetas de Los Pollos Hermanos y chapas con frases icónicas de Jesse Pinkman. Una ruta turística por los escenarios de la serie en la que la gente puede lanzar pizzas al tejado de la casa de los White. Sí, el fenómeno fan generado en torno a Breaking Bad se ha mantenido en el tiempo, enganchado a una nueva generación de espectadores que la descubrió durante el confinamiento mientras buceaba en el catálogo de Netflix un lustro después de su conclusión. "Hoy por hoy sigue considerándose una muy buena serie por parte del público español, pese a ser un producto muy anclado en la cultura norteamericana. Aunque persiste un fenómeno crítico que la compara con Los Soprano o The Wire, obras generalmente consideradas superiores, no ha perdido su imagen de calidad", asegura Toledo. En España, Heisenberg parece estar tan vivo como en su Albuquerque natal.

"No sabría valorar hasta qué punto la comunidad fan española se parece o diferencia de otras, pero creo que el fenómeno de Breaking Bad es bastante transnacional, sobre todo entre los hombres jóvenes", afirma Gil. "Estoy convencido de que, si se hiciera una exposición similar a la que hubo de Friends hace unos años en Madrid, tendría muchísimo éxito. Es una de esas series cuya fama hace que gente de todo tipo que no la vio en su día tenga conocimiento de que existe y de que puede verla en plataformas. Es casi un clásico".

En 2024 se cumplen cinco años de El camino, el largometraje de Netflix sobre el periplo vital del fugitivo Jesse Pinkman una vez liberado del yugo de Walter White. También se cumple una década del estreno de Metástasis, el desconocido remake colombiano de la serie que se comercializó en países de Latinoamérica con una menor cultura de televisión por cable. Salvo las localizaciones, que sustituyen los escenarios de Nuevo México por los de Colombia, los distintos aspectos de la adaptación recrean la obra de Vince Gilligan de forma casi paródica: desde el nombre de los personajes -Walter Blanco, Cielo Blanco, José Miguel Rosas, Gustavo Cortés- a algunas escenas memorables.

No acaba ahí el universo Breaking Bad: en 2015 llegó a Movistar+ y Netflix el spin-off Better Call Saul, un nuevo proyecto de Gilligan centrado en el abogado de poca monta Saul Goodman. Funciona como precuela y secuela de los hechos narrados en la serie madre y, para Toledo, es incluso mejor que Breaking Bad. "La técnica de Gilligan y Gould parece mucho más pulida, y el personaje de Jimmy McGill es posiblemente el más profundo y carismático de todo el universo. Si a ello le añadimos un excelente reparto de secundarios, unas tramas legales que pueden llegar a hacer ruborizar a las del cártel en lo que a brutalidad se refiere, y ricas dinámicas entre sus personajes, tenemos la receta de una obra maestra", concluye.