CINE
Muere Jaime de Armiñán

¿Qué me va usted a contar, señorita?

A Hollywood le fascinó 'Mi querida señorita', tanto que el gran George Cuckor consideró que su frase final era la mejor de la historia tras el "Nadie es perfecto", de Billy Wilder, en 'Con faldas y a lo loco'

José Luis Vázquez interpretando a Adela en 'Mi querida señorita' de Jaime de Armiñán.
José Luis Vázquez interpretando a Adela en 'Mi querida señorita' de Jaime de Armiñán.
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Un bulldog francés esperaba amenazante en la puerta de su piso en el barrio de Salamanca de Madrid. Nos saludó amablemente Elena Santonja, su mujer, alma del mítico Con las manos en la masa, aunque rápidamente se retiró. Jaime de Armiñán, que murió ayer a los 97 años, recibió a los dos redactores de este periódico que hace una década hicieron una serie para la web de este diario titulada 35 mm de cine español, dedicada a una docena de los títulos más significativos de la filmoteca nacional. Mi querida señorita no podía faltar.

Refunfuñaba mucho Armiñán, quizás molesto porque su tiempo había pasado y nadie le llamaba para trabajar. Aceptó el encuentro, aunque negara a verse como un clásico de museo. No quería ni oír la palabra jubilación. Durante la charla, que fue larga, se relajó, algo que no sucedió con su perro, que nos vigilaba con mirada de francotirador.

No merecía menos respeto el autor de una de las frases de cierre más míticas del cine universal. Tan acertada que George Cuckor, director de Historias de Filadelfia, le confesó a Armiñán en una visita que hizo a Los Ángeles para promocionar Mi querida señorita que su última línea de diálogo era la más brillante de la historia, sólo superada por el «Nadie es perfecto» de Billy Wilder de Con faldas y a lo loco. Era aquel maravilloso «¿Qué me va usted a contar, señorita?».

Armiñán es tan importante para nosotros porque hizo el mejor cine que se podía hacer en la España tardofranquista y de Transición (Mi querida señorita, El nido), más valiente por temática incluso que el de Berlanga, como también hizo la mejor televisión del momento (Juncal).

En tiempos tan polarizados, donde el tema del cambio de sexo es tan vigente, un tipo rueda en 1971 una película en la que una soltera de provincias se enfrenta a una inesperada propuesta de matrimonio que le obliga a afrontar la confusión de su naturaleza. Casi nada. Y resulta que ahora creemos que Yorgos Lanthimos es un moderno.

Mi querida señorita nació, según nos contó Armiñán en esa entrevista a Daniel Izeddin y a mí, en un largo verano cuyo único objetivo era encontrar una buena idea para hacer la película. Tan fácil y tan difícil. La historia apareció y fue escrita al alimón por José Luis Borau y el propio Armiñán.

Lo que tuvo claro desde el principio este dúo de cineastas es que una historia tan polémica y tan compleja, necesitaba no sólo delicadeza, sino de un protagonista superlativo. El único candidato capaz de soportar la carga doble de sus dos personajes era sin duda José Luis Vázquez. No había duda. Había que convencerle y, a pesar de la reticencia inicial, lo lograron. El actor que mejor interpretaba al prototipo del tipo corriente tenía que hacer lo que siempre hacía pero transformarse en una mujer. Fue otra demostración portentosa de lo superdotada que era esa generación actoral de los López Vázquez, Landa y compañía, que sólo se les veía como cómicos cuando eran también unos fenómenos en el drama.

El perro no dejo de gruñir toda la tarde. Luego Armiñán se despidió. Quizás esperando una llamada que nunca llegó.