CINE
Entrevista Chimpún

Carlos Boyero: "He generado un grado de repulsa grande, pero ¿qué sería yo si no me odiara tanta gente?"

Los mitos caen y el crítico terrible es un señor amable y encantador. "Quienes sólo ven al ogro maldito sufren un problema de miopía o idiotez", resume .

Carlos Boyero posa para la entrevista.
Carlos Boyero posa para la entrevista.SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL
Actualizado

Carlos Boyero (Salamanca, 1953) es un conversador pausado, extremadamente amable, al que tienta asignar, en un momento de debilidad, ese adjetivo espantoso que es 'entrañable'. Carlos Boyero también es el crítico de cine más famoso de España y el más controvertido, un ser temible imposible de reconocer en la persona sentada ante ti. "Quienes sólo ven al ogro maldito sufren un problema de miopía o de idiotez", se resigna.

Acaba de publicar unas memorias tituladas No sé si me explico, pero lo sabe perfectamente. Se explica. Siempre lo ha hecho.

No te imaginaba escribiendo una biografía.
Yo tampoco. Durante mucho tiempo hubo variadas ofertas de las editoriales, por lo que sea, y mi respuesta era siempre la misma: "Preferiría no hacerlo". Es lo que dice uno de mis personajes favoritos, Bartleby, el cual se ha puesto de moda, pero es jodido identificarte con Bartleby porque es un vegetal, alguien que decide extinguirse completamente a sí mismo. Yo no tenía ningún interés en que hicieran nada sobre mí, pero hace dos años se empeñaron en hacer un documental. Cuando lo vi estaba un poco acojonado, porque si me parecía una mierda a ver qué decía, pero estaba bien. A raíz de aquello volvieron a proponerme lo del libro y, a condición de hacerlo con un íntimo amigo y periodista excelente que se llama Borja Hermoso, acepté. Y aquí estamos.
Y después de este repaso a tu vida, ¿cómo te cae el tal Boyero?
Me encabrono a veces con él y me resulta difícil aguantarlo, pero también me llevo bien y hay cosas que me gustan de él. En cualquier caso es algo irrenunciable, tengo que convivir conmigo mismo, pero si me comparo con el resto, digo: "Pues no está mal del todo este fulano que a veces me resulta inaguantable". Hemos establecido un pacto de convivencia, tengo 70 años y a esta edad sólo quedan las tinieblas. Me he divorciado unas cuantas veces de mí mismo, pero volvemos a juntarnos siempre y ya es hasta que la muerte nos separe.
Más entrevistas Chimpún

Hermoso te llama "vestigio" en el prólogo. ¿Te sientes así, parte de un mundo que ya no existe?
He sido de un mundo determinado. Jamás he podido ni he querido adaptarme a las modas. Me dan pavor y alergia, aunque algunas hayan sido excelentes, pero hay mucha impostura en ellas. Adaptarse a las modas significa tener la vida mucho más fácil, buscar reconocimiento y aplauso, pero debo ser tan pagado de mí mismo, tan orgulloso, que nunca he necesitado el reconocimiento ni he intentado crear un personaje.
Pero el personaje está ahí.
Ha estado ahí desde muy temprano, pero no ha sido invención mía.
¿No hay pose en tu malditismo ni en tus opiniones?
No. Lo que se ve es lo que hay. Tengo mis rincones oscuros, acentuados o insinuados, pero nunca he forzado ni he pretendido dar una imagen concreta. El personaje lo ha creado la gente y llevar 50 años siendo el tal Boyero puede suponer a veces una carga, pero es real. Ahí estoy y soy yo con mis zonas blancas y mis zonas negras, con numerosos defectos y quiero pensar que algunas virtudes también. Cincuenta años como personaje más o menos público es mucho tiempo. Y las reacciones por parte del personal siempre han sido las mismas y se repiten a lo largo del tiempo: con mucha gente de varias generaciones he logrado un grado de comunicación y comprensión importante a través de lo que escribo o digo, pero también he generado un grado de repulsa grande (risas). En fin, ¿qué sería yo si no me odiara tanta gente?
¿Te ha importado alguna vez?
No, me la suda. Me hubiera preocupado sentir el rechazo de gente a la que admiro, respeto o quiero. Eso sí hubiera sido preocupante, pero no me ha pasado. Luego hay mucho imbécil y mucha gente con una visión del mundo, de la vida, del cine o del arte que no tiene nada que ver con la mía o que se puede sentir ofendido con mis comentarios ácidos o sarcásticos. No pasa nada, no es mi problema.
¿Has acabado harto de ese personaje del que hablábamos?
Sí. Creo que soy variadas cosas y el ogro ha existido, pero no es lo que soy. Lo que siempre he sido es un individuo en guardia contra la estupidez y la impostura. Uno de los mejores piropos que me han dedicado fue de Vázquez Montalbán que en un libro que me calificó como "infalible detector de la gilipollez". Y tenía razón. Soy infalible en muy pocas cosas, pero para detectar la gilipollez he tenido un olfato privilegiado.
Es muy difícil que no te saque aquí tu crónica pelea con Almodóvar.
Ya, ya [risas]. No estoy sólo en esto, aunque no muchos lo digan. Somos unos cuantos a los que su cine nos resulta afectado, calculador e impostado, irritante muchas veces... Eso sí, somos pocos en comparación con los que le consideran un maestro del cine y todas las actrices del mundo, incluidas las estrellas de Hollywood, dicen que su mayor sueño es trabajar con él. Entonces, no sé de qué se queja este hombre.
¿Pasa factura enfrentarse a Almodóvar en España?
Sí. A lo largo del tiempo, él ha manifestado su disgusto conmigo, lo cual es completamente legal, pero también ha hecho presión en los medios para que dejara de trabajar en ellos. Eso ya no es ético ni admisible. Almodóvar es poder, un poder muy importante con su corte eterna de admiradores y palmeros, que hay muchos. Me parece un genio de la autopromoción. Pero, bueno, he ganado esa batalla porque aquí sigo pese a que Almodóvar y otra gente muy poderosa han intentado cerrarme la boca, algunos a base de querellas. Aunque la mayoría de estas me han llegado de fuera del mundo del cine.
¿Quiénes son esos que te han intentado cerrar la boca?
Mediante juzgado, gente que me alegra la hostia de que me consideren su enemigo porque me parecen seres detestables. Nadie que yo admirara, por supuesto. Gente como Jesús Gil, José Mourinho, este comicastro que ahora lo tienen en los juzgados todo el día, el ventrílocuo... José Luis Moreno. Como ves, ni una persona que merezca la pena. Tendría serias dudas sobre mí mismo si le gustara a esa gente. En la vida hay gente que me gusta, gente que me resulta indiferente y gente que detesto. Entonces, puedo entender que estos últimos sientan hacia mí, mi forma de pensar, de sentir, de escribir y de razonar, la misma animadversión que yo siento hacia ellos.
Has nombrado a Mou, ¿qué opina de Vinicius el gran madridista que eres?
Me fascina cuando lo veo en el campo, tiene ese algo de los grandes grandes, pero el ser humano me cae fatal, no lo soporto Todo el puto día quejándose y montando números. Es un numerero, pero eso no justifica la bestialidad del racismo. Puedes llamarle bobo o gilipollas, pero eres un auténtico imbécil si le insultas por negro. En cualquier caso, hay muchos genios del fútbol a los que no soportaba como personas. Detesto el mito de Maradona, a Pelé le gustaba demasiado el poder, nunca soporté a Cristiano Ronaldo... El que siempre me gustó fue Zidane, incluido el cabezazo a Materazzi. Y me gusta Bellingham. Te estoy hablando de artistas. Como ves soy muy de pasiones.
Boyero , el primero en encontrar una utilidad al aro de luz.
Boyero , el primero en encontrar una utilidad al aro de luz.SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL

Volviendo a tus enemigos, ¿te han censurado textos?
Sí, siempre. Siempre he tenido problemas, mucho antes de que se pusiera de moda la cancelación. Algunas veces lo he llevado mejor y otras me he irritado mucho. Conozco desde niño a esa repugnante señora llamada censura, es de las cosas que más terror me inspiran, tanto ella como lo que puede generar. Vivimos tiempos muy peligrosos en los que acecha no ya la censura sino la autocensura. El miedo a ofender, nos viene todo indicado, tienes que pensar esto, sentir esto y decir esto. Me da mucho miedo que me censuren, pero esto ocurre de vez en cuando y se supera, el problema es que me ponga yo la cremallera y diga: "Eres un señor viejecito, has tenido muchas movidas e igual ya es hora de aplicar lo que mi pragmática madre me repetía desde pequeño. 'Hijo, no te metas en líos y vive tranquilo'".
Le hiciste un caso relativo.
Ninguno. Adoraba a mi madre y entiendo que se preocupara tanto por mi supervivencia, pero he tenido jaleos toda la vida.
En el debate sobre la cancelación, dónde te posicionas: ¿problema real o exagerado?
Real. Woody Allen no puede rodar en América. Un señor declarado inocente por los jueces al que han intentado destruir totalmente y no lo han logrado porque, afortunadamente, tiene financiación en Francia o en España. Pero han intentado acabar con él, con un inocente según la ley. Y hay muchos más casos, está Kevin Spacey, también declarado inocente y al que no volverás a ver en una pantalla jamás. Te cuelgan el cartel de delincuente sin esperar a ver qué dice la justicia, sin presentar siquiera denuncias muchas veces, y los medios y la opinión pública te convierten en un apestado. Es terrible.
¿Sigues considerándote de izquierdas?
He creído toda mi vida que estaba a la izquierda, una izquierda libertaria. La acracia ahora puede resultar algo devaluado o no creíble, pero es un sentimiento que se lleva dentro desde muy pequeño. En mí siempre ha existido una visión libertaria. Prueba de ello es que he sido tan irresponsable que no he votado nunca. Y ya sé que se encuentran mil razones para votar, que hay que elegir entre lo malo y lo peor, pero siempre me ha inspirado terror el poder y he visto cómo se ejerce el abuso de poder a múltiples niveles. Nunca me he sentido suficientemente responsable como para votar.
¿Ni una vez has estado tentado?
Estuve una vez a punto de hacerlo, que fue a Podemos tras el 15-M, pero salí de casa y ni sabía dónde se votaba. Cuando al fin llegué, se me habían quitado las ganas: "Tío, ¿qué estás haciendo?". No llegué ni a entrar, me di la vuelta, me metí en la cama y me dije: "Aquí estás seguro, no te vas a responsabilizar de esto". Y menos mal, porque luego mira lo que vino, qué horror si lo hubiera votado. Me hubiera sentido fatal conmigo mismo.
Has sido bastante crítico con Pedro Sánchez.
No me gusta, es un mentiroso crónico. Evidentemente hay políticos que te caen mejor o menos mal que otros, por ejemplo Ayuso me parece una señora muy atractiva a la que me hubiera gustado encontrarme en un bar en otra época, pero desconfío absolutamente de la política y creo que los intereses siempre se tornan bastardos. Sólo hubiera votado convencido una vez de poder hacerlo: a Obama. Por fe y por estética. El pavo ese y su mujer lo tenían. También me gustaron mucho Václav Havel, el checo, que un día cogió su maleta y se largó, Mújica en Uruguay o Mandela, claro, pero, vete a saber, igual si hubiera vivido allí tampoco habría votado.
Entonces, ¿en qué quedamos con lo de ser o no de izquierdas?
Más que ser de izquierdas o no, he detestado el facherío desde niño. Conocí una España odiosa, la del franquismo, que era repugnante, pero no es la única España que me inspira una grima notabilísima. Benditos sean los creyentes en las religiones y las ideologías, los convencidos de lo blanco y de lo negro que desprecian los matices. Igual su vida es mucho más fácil con esas creencias tan firmes, pero yo creencias las justas y nunca relacionadas con la política y la religión. Soy agnóstico total.
Has reconocido que te aburre ver cine actual. ¿El problema está en las películas o en ti?
No me he acomodado, estoy siempre dispuesto a recibir el milagro del gran cine. Pediría que los milagros fueran frecuentes, pero ocurren muy de vez en cuando. No he perdido la capacidad para seguir enamorándome de las cosas, lo que pasa es que en otras épocas me enamoraba mucho y ahora me enamoro menos, no sé si el problema es de las cosas o es mío exclusivamente. Estoy abierto a la sorpresa como cuando era un niño y sé reconocerlas, conozco todos los síntomas, lo que pasa es que el cine de los años que han pasado desde de la pandemia, que son ya cuatro, me ha provocado demasiado sopor y la sensación de que todo es clónico.
Superhéroes y franquicias.
Ufff, todo ese mundo de los superhéroes no me dice nada; es más, me aburre profundamente. Siempre he sido más de antihéroes y de la estética del perdedor, que queda o quedaba muy lustrosa y muy lírica. La estética del perdedor me ha dado satisfacciones en el cine, en la literatura e incluso en la vida. He conocido a magníficos perdedores, que así titulaba Leonard Cohen una de sus novelas, que se fueron al hoyo, tuvieron un final desgraciado, gente dotada de una sensibilidad y de un talento notables a los que la vida no sonrió. Incluso alguno se la quitó. Esas siempre han sido las historias que más me interesan, pero ya no se llevan.
Sólo te queda el tabaco como vicio. ¿Cómo vives así?
Me queda el tabaco a pesar de que llevo varios bypass por la circulación de la sangre, pero he disfrutado de múltiples vicios. Los llaman vicios, pero son placeres. Placeres que, a veces, también provocan sufrimientos si te pasas con ellos, pero yo he disfrutado mogollón de eso que llaman los vicios. Drogas, alcohol, sexo... Los he consumido a diario durante mucho tiempo, lo que pasa es que tuve que abandonar la mayoría por una cuestión de supervivencia. Te exigen un precio y ya sólo me queda el tabaco. Pero es que me gusta fumar, no es que lo necesite, que también, es que lo disfruto. Me regalaron hace poco un libro titulado 'Cómo dejar de fumar sin esfuerzo' y lo tengo sin abrir. De algo tengo que morir.
Nunca has demonizado las drogas.
Dicen que las drogas son el horror, pero ¿por qué se engancha tanto el personal? Porque proporcionan placer y éxtasis. Evidentemente, si te pasas con ellas acabas colgado y es fácil pasarse, pero si eso no te ocurre hacen tu vida mejor. Fui consumidor diario de cocaína y alcohol durante mucho tiempo. Cuando alguien me dice que es bebedor o drogadicto social, pienso que estarán todo el día en la calle porque si no, no lo entiendo. Yo siempre he tenido razones para beber, drogarme y fumar a solas o acompañado. He disfrutado mucho y he pagado cuotas importantes, lo he pasado muy bien y muy mal con las drogas, pero en cualquier caso, digamos que me he puesto morado. De todos modos, hay otras drogas que no provocan resaca. El cine, la literatura y la música pueden llevarte al éxtasis, pero no te vas a levantar con el estómago y la cabeza deshechos ni alteraciones en el comportamiento. Otra droga maravillosa y única que es el amor. Mientras dura el colocón del amor yo no concibo un estado mejor. O el sexo y sus infinitos atractivo. Hay muchas cosas que merecen la pena en esta vida pese al mogollón de cosas odiosas que nos rodea
También fuiste de los primeros en hablar abiertamente de salud mental.
Sí, porque la depresión siempre ha estado ahí conmigo. Supongo que a mucha gente le cuesta hablar de estos temas porque no son tan impúdicos como yo, pero puedo hablar largamente de la soledad, es un sentimiento que siempre he tenido muy acentuado. Somos en gran parte lo que nos ha pasado en la infancia y gran parte de ella la pasé interno en un colegio de curas de aquella época. Eso me marcó y siempre he convivido con eso llamado depresión. Vivo en una depresión permanente, con épocas más tristes y otras más alegres
¿Cómo estás ahora?
Bien, estoy a gusto dentro de lo que es convivir conmigo. No sé si habré aprendido algo después de múltiples experiencias, pero te resignas. Hay mucha gente que glorifica la vejez y habla de sus placeres si te organizas bien y tal, pero yo creo que es una putada que el cuerpo y la mente te fallen. Depende también de lo que tengas, de lo que hayas construido y aún siga a tu lado, pero a mí me quedan pocas cosas. Llevo una vida muy solitaria, tengo algunos amigos de toda la vida, que es un tesoro incalculable porque que sigan aquí significa que hemos sido legales y era un sentimiento de verdad. Y, sobre todo, tengo muchos recuerdos formidables. Lo decía un poeta: "Guarda con celo tus mejores recuerdos y si llegas a viejo, que te sirvan". Yo tengo muchos recuerdos alegres y vibrantes. Todos somos protagonistas de nuestra película. Nosotros y sólo nosotros. Por eso le temo al Alzhéimer más que a la muerte. La memoria te ayuda cuando estás en la intemperie final. A veces, recuerdo y sonrío.