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Y Maialen superó el "traumita" de Operación Triunfo: "No me apetece seguir siendo Chica Sobresalto, me cae mal"

Se dio a conocer en 2020 como Chica Sobresalto y el salto a la fama le pasó factura. Hoy revisita todas las mujeres que habitan en ella en el libro 'El arte de ser mediocre': "El resultado es terrible, pero quería hacerlo"

Maialen Chica Sobresalto
Maialen Gurbindo, Chica Sobresalto, posa con sus perros Murphy y Dobby en su barrio de Madrid.SERGIO GONZÁLEZ VALERO
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No tiene piedad consigo misma, pero lo suelta con tal paz que una no puede sino dejar que hable sin llevarle la contraria: «Convivo con haber hecho un libro que en mi opinión está bastante fatal (sic.). Lo podía haber escrito cualquiera con su peli, ¿sabes? Cuando grabé el audiolibro me pareció terrible. Pensé que no sabía cómo iba a hacer la promo de eso. Pero bueno, no es artístico, no es bonito, no todo tiene por qué serlo pero es mi movida y me apetecía hacerlo». No miente, entonces, el título de la primera obra de Maialen Gurbindo, El arte de ser mediocre (Vergara). Ya se lo dijo su psicóloga, que no estaba mintiendo a nadie.

En terapia, precisamente, nacieron las 268 páginas en las que la cantante vuelca todo lo que lleva dentro. Lo bueno y lo malo. Al borde de la treintena, sintió la necesidad de cerrar una etapa, de ajustar cuentas consigo misma y dejar atrás su segunda adolescencia para, por fin, aceptarse tal y como es. O como son las mujeres que habitan dentro de ella, más bien, de la autodestructiva a la hedonista, pasando por la punki, la mentirosa y la mamá, por supuesto también la Chica Sobresalto. Así, hasta 20. «Y podía haber rascado más, yo creo», se sigue flagelando, aunque lo hace entre risas.

Maialen sale del portal con sus más fieles escuderos, Murphy y Dobby, dos perros rescatados que la acompañan a todas partes. Por eso, y a pesar de vivir en las afueras de Madrid, en un vecindario mucho más modesto de lo que uno espera para una estrella del pop, su centro de operaciones sigue estando en Pamplona, en la casa familiar en la que los canes aguardan su regreso cuando se va de gira. Esto es, prácticamente todas las semanas.

" La de las redes es una fama que no te lleva a ningún lado, no vendes el número de entradas ni de discos que corresponderían"

La chica del flequillo y los vaqueros desgastados camina tranquila por su barrio. La gente mira de reojo, les suena pero no terminan de ubicarla. No ayuda que la persiga un fotógrafo y le pida posar ahí, en esas escaleras, o aquí, junto a esta moto. Pero la fama, en la periferia, pesa menos. Para entender cómo un reconocimiento a simple vista deseable para una artista puede volvérsele en contra sólo hay que preguntar a Maialen cuál ha sido la principal conclusión del ejercicio de autoconocimiento que acaba de llevar a las librerías: «Me he dado cuenta de que ya no me apetece seguir siendo Chica Sobresalto. No me había dado cuenta de lo mal que me cae. Y claro, eso es un problema...». Bum.

Para saber más

Maialen Gurbindo saltó a los titulares en la edición más accidentada de Operación Triunfo. Técnicamente, entró y salió dos veces de la Academia, antes y después del confinamiento. La pandemia se nos echó a todos encima mientras ella vivía en una burbuja de convivencia cerrada entregada en cuerpo y alma a su sueño musical. Así que claro, el paréntesis para cambiar el encierro en la Academia por el encierro en casa fue, cuando menos, traumático. «Te tiras toda la vida intentando que alguien venga a un concierto, yo llevaba diez años dando la caca con mis canciones y nadie me hacía ni caso, y de repente a todo el mundo le interesa lo que estás comiendo, a dónde has ido o de qué color te pones la camisa. Nos hacían hasta fanfics simulando relaciones entre nosotros», recuerda, y le vuelve la ansiedad. «Es una fama que no te lleva a ningún lado, no vendes el número de entradas ni de discos que corresponderían a tus seguidores. No te ha dado tiempo a generar ese vínculo con tu público, de hecho hay mucha gente que sale de OT sin tener una sola canción, nada que presentar. Sinceramente, yo estaba deseando que se estabilizara todo y que a la gente le dejaran de importar las cosas que no tienen que ver con la música».

Llegado ese momento en el que reconoce a aquellos fans adolescentes ya adultos, cuando acude a sus conciertos tanta gente como cuando salió del programa, pero por los motivos correctos, Maialen siente por fin que ha llegado donde quería. Pero el recuerdo está ahí, aquella idea absurda que se le metió en la cabeza, ese pensamiento recurrente de que el Covid, de alguna manera, era culpa suya por conseguir entrar en la Academia. Normal que su pódcast junto a su compañera de edición Samantha Gilabert se llame Triunfitas con traumitas.

"Soy una yonqui de provocar que la gente sienta cosas. Me hace sentir poderosa"

Maialen se convirtió en cantautora por pura vagancia. Le encantaba Georgina y por ella aprendió a tocar la guitarra. Pero le costaba mucho más aprenderse canciones de otros que crear las suyas propias. «Con las mías no había presión, podía hacerlo mal», cuenta. Llevaba escribiendo notas sueltas toda la vida hasta que un día, a los 15, trasladó a notas uno de aquellos cuadernos y le mostró el resultado a su amiga Leire. Cuando vio las lágrimas correr por sus mejillas lo supo: eso era exactamente lo que quería hacer en la vida. «Soy una yonqui de provocar que la gente sienta cosas. Me hace sentir poderosa. Puede que no sea la mejor cantante del mundo, pero eso lo hago bien», asume.

La fama le llegó cuando llevaba siete años trabajando como monitora de comedor escolar, limpiando y cuidando niños, y aquello, dice, le ayudó a mantener los pies en el suelo: «Es súper fácil que se te vaya la pinza», reconoce. Su principal batalla, una vez superados los «traumitas» de los 20, es huir de la uniformidad: «Nos creemos todas muy originales, nos abrimos en canal, contamos nuestra verdad y al final, estamos haciendo todas lo mismo aunque nos sintamos súper únicas. Es paradójico que nos convirtamos todas en lo mismo intentando ser alternativas». Sólo el futuro juzgará si Maialen Gurbindo consiguió sobreponerse a la Chica Sobresalto.