TOROS
Feria de Fallas

Una extraordinaria vulgaridad sepulta la cumbre de Valencia: falla Victoriano; Roca no está

El astro peruano, que cuelga el primer de sus dos "no hay billetes" consecutivos, se hace con la única oreja de una larguísima tarde

Roca Rey, este sábado en Valencia
Roca Rey, este sábado en ValenciaEFE
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La desbordada expectación que precedía a la tarde se vio sepultada casi tres horas después por una extraordinaria vulgaridad: falló Victoriano del Río y Roca Rey no está. Ni con ese pseudo triunfo de una oreja sobre la hora y sobre dos avisos no se puede esconder la ausencia de swing, el punto, el pulso. Fue una conquista a machamartillo con aquel quinto toro manejable, no más, de una corrida no poco desigual que se estabilizó por arriba en su segunda mitad.

El trazo del peruano se ha vuelto grueso como un brochazo. Habita en él, en el trazo, digo, una ordinariez, un brutalismo, que ha ido a más en detrimento, además, de la frescura. Como le sobran los arrestos y la capacidad, medio arregló aquello -una labor espesísima , más entonada al natural- al final, montándose encima, entre trenzas de circulares y así. Pero arreglar otra temporada a base de cojonazos se va a hacer cuesta arriba. Sonó un aviso antes de perfilarse; otro, con la espada enterrada de un solo viaje. Cayó el toro, amorcillado, antes del tercer aviso y luego la orejita.

Fue una pena. Pues de las 42.000 personas van a pasar este fin de semana por la plaza de toros de Valencia la mayoría lo hacen reclamo del astro del Perú. Sólo este sábado se colgaron dos carteles de «no hay billetes», por la mañana a rebufo de los recortadores y por la tarde a la estela de Roca Rey. Que este domingo lo vuelve a poner. Su fuerza en taquilla es imbatible y, ahora mismo, proporcional a su falta de fineza. Sin ese punto de quien no anda fino -no es de hoy ni de este año; José Luis Moreno ya puede empezar a trabajar en serio-, queda una vulgaridad aplastante. Vino a abundar en ella un toro simplón, lavado y paletón, que se desdecía de sus cinco años y embestía tal cual era. Vulgus, vulgi, vulgo... La declinación completa invirtiendo la máxima de «a calidad más calidad». No lo protestaron ni en exceso ni lo suficiente. La faena fue un denso tratado pegapasista que RR quiso enmendar a última hora metiéndose en terrenos volcánicos sin lava que pisar. Terminó de enterrar aquello malamente con la espada.

Saltó a continuación otro toro que bajaba el conjunto: largo, huesudo, sacudido de carnes, lavadito también pero más fino, el coloradito parecía de El Pilar. No sólo por fuera, sino también por dentro. Con ese toque de calidad. Pablo Aguado apuntó con ser él otra vez, escanciando cadencias. El toro de Victoriano del Río enseñó su buen fondo pronto, ese modo de dejarse ir en los vuelos del capote. Pablo siguió apuntando cosas bonitas sin redondear: el saludo entreverado de lances esbozados, mecidos como el quite de verónicas prendidas en al aire, aquella media cayendo, aquel galleo por chicuelinas que fluía... Pablo fue casi Pablo Aguado entero. Y en la faena dibujó derechazos despacio, dejándose ir, acompañando. El toro a veces reponía, y otras se deja llevar. Me quedé con las ganas de verlo más al natural. Y con algunas otras ganas, como si yo lo quisiera empujar a redondear.Cobró una estocada defectuosa y saludó una ovación. Se movió el último toro sembrando esperanzas. Su lote desprendió el mejor estilo. Como en esa media que se deslizó de las muñecas de Aguado. Parecía que sería, pero finalmente no fue. Pablo, a quien también parece que le cuesta un mundo ponerse en el sitio, prometió al principio lo que tampoco fue.

Sebastián Castella se había estrenado con un toro castaño, bajo, de seria expresión, que manseó de salida y se escupió de capotes y caballo. Castella brindó al maestro Enrique Ponce, que brincó al ruedo con una agilidad veinteañera. Cumplía Ponce su XXXIV aniversario de alternativa, tiempo suficiente para habérsela concedido a los tres matadores del este cartel. El toro de VdlR descolgó más de lo anotado, pero se aburrió pronto. SC anduvo sensato de tiempos antes de perder el oremus y la hora -en la vida se puede ser de todo menos pelma- con un cuarto de notable trapío que se vino abajo tras un arranque poco conveniente. No es que fuera causa-efecto, pero... La corrida no se enlotó bien. A estas alturas ya es lo de menos.

Ficha

PLAZA DE TOROS DE VALENCIA. Sábado, 16 de marzo de 2024. Sexta de feria. Lleno de "no hay billetes". Toros de Victoriano del Río, dos cinqueños (1º y 2º); desiguales de presentación, bajaron 2º y 3º; faltaron fondo bravo y clase y sobró vulgaridad y mansedumbre.

SEBASTIÁN CASTELLA, DE AZUL TURQUESA Y ORO. Estocada pasada y tendida y descabello (leve petición y saludos). En el cuarto, estocada corta desprendida. Aviso (silencio).

ROCA REY, DE ROSA PALO Y ORO . Tres pinchazos y dos descabellos. Aviso (silencio). En el quinto, estocada. Dos avisos (oreja).

PABLO AGUADO, DE AZUL MARINO Y ORO. Estocada tendida (saludos). En el sexto, un pinchazo, otro hondo y descabello. Aviso (silencio).