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Eva Bach, experta en educación emocional: "El esternón es una zona muy energética por su estrecha relación con las emociones y la respiración"

El 'body mapping' identifica las zonas de nuestra anatomía en la que se perciben las emociones. Eva Bach nos ayuda a interpretar este fascinante mapa.

Eva Bach, especialista en educación emocional.
Eva Bach, especialista en educación emocional.
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Pedagoga y maestra, escritora (es autora de 12 libros) y terapeuta familiar, entre otras muchas cosas, Eva Bach fue una de las pioneras en la introducción de la educación emocional en los ámbitos académico y familiar en España. Durante la pandemia, se convirtió en una de las voces referenciales en los medios de comunicación para dar herramientas de gestión emocional.

Se dice que somos seres emocionales (aunque algunos lo exterioricen más que otros), pero, no sabemos muy bien (al menos yo no lo sé), dónde surgen o se sienten esas emociones...
Se sienten en el cerebro, pero, también, y, básicamente, en el cuerpo. Porque cerebro y cuerpo están estrechamente entrelazados. Además, de en la cabeza y cuello-garganta, se sienten muy específicamente en el estómago-intestino y el corazón, considerados un segundo y tercer cerebro por la cantidad tan grande de neuronas que, según se ha descubierto, se concentran allí. Parece que los hallazgos neurocientíficos van aproximándose a teorías como la de la neurobióloga estadounidense Candace Pert, que sostiene que las emociones discurren por todo nuestro cuerpo y que hay moléculas y receptores emocionales en todas las células. Yo añadiría que, cuando se da una percepción consciente de la emoción y un diálogo entre mente y cuerpo, entonces las emociones se sienten en el alma, que viene a ser el centro de conexiones que lo unifica y vincula todo.
Háblanos del 'mapa de las emociones', por favor. ¿Es cierto que cada emoción se ubica en una parte de nuestra anatomía?
Parece ser que así es, tal y como ha constado la ciencia. Según un estudio, realizado hace unos diez años por un equipo de investigadores de la Universidad de Aalto (Finlandia), que elaboró la primera topografía o mapa corporal de las emociones. Se pidió a 700 personas de diferentes culturas que colorearan en qué parte de su anatomía sentían diversas emociones y hubo coincidencias por encima del 70% en todas las emociones propuestas (un total de 14). Llama la atención que la gran mayoría se localiza del tórax para arriba (pecho y cabeza), que solo algunas incluyen los brazos y que solo la felicidad abarca todo el cuerpo (y el amor, casi). Más que sugerir una vivencia "elevada" de las emociones, quizás tenga que ver con el predomino de lo cerebral, lo racional y lo intelectual en nuestro mundo y el descuido y la desconexión de lo corporal, intuitivo e instintivo, en un sentido esencialmente vitalista. Sentir las emociones de cintura para arriba dificulta el acceso a su vivencia lúcida, sana y sabia. Si las emociones no alcanzan cuerpo y alma por entero (entendiendo por alma la interconexión de todas las dimensiones), entonces lo que experimentamos son pseudoemociones, emociones pensadas más que sentidas, desvinculadas de nuestro ser y sentir interno y real.
Entonces, según el 'body maping', ¿dónde se localizan en nuestro cuerpo las emociones?
En el estudio comentado quedó demostrado que tienen una ubicación biológica bastante universal. El dolor-pena-tristeza- abarcan algún pequeño punto del abdomen, pero, principalmente del tórax hasta la cabeza. Esto se correspondería con la expresión de tener el corazón roto. Tanto la ansiedad como el miedo, que son de la misma familia, comprenden desde el abdomen entero hasta la cabeza. Se diferencian en que el miedo incluye los brazos mientras que, en los casos de la ansiedad, la tristeza y la depresión, no se señalan sensaciones en estas extremidades (tal vez, por la desactivación o desenergización que producen). La alegría no fue una de las emociones investigadas, pero me imagino que si es una ALEGRÍA en mayúscula, como me gusta llamarla cuando es una alegría más existencial y cercana a la plenitud, será tan expansiva como la felicidad. En cambio, si se trata de una alegría en minúscula, de una alegría más concreta y puntual por algo favorable o que es como deseamos, entonces quizás abarcará un área algo más reducida. La cólera se percibe en tórax, cabeza y brazos. Me sorprende que quede completamente al margen el abdomen, puesto que la rabia está estrechamente relacionada con 'las tripas' o los intestinos, de ahí surgen los sapos y culebras que echamos a veces por la boca cuando nos sulfuramos. Aunque los dichos populares lo asocian al corazón -"me ha robado el corazón"-, el amor abarca casi todo el cuerpo, al igual que la alegría, exceptuando las piernas. Creo que lo sano e integrado sería sentir las emociones por todo el cuerpo, aunque con variantes en la intensidad y el predomino de cada zona, dependiendo de la emoción concreta, las circunstancias y el momento vital de cada cual.
Hablando de amor... ¿Por qué se dice lo de 'las mariposas en el estómago' cuando nos enamoramos?
Esta especie de cosquilleo que se asocia al enamoramiento es una sensación corporal que es fruto de una emoción y que pone claramente de manifiesto la relación entre cuerpo y emociones. O cómo las emociones se localizan y se expresan en el cuerpo. Tiene que ver con ese segundo cerebro que constituye el aparato digestivo, con unos 100 millones de neuronas y, tras todo esto, hay una explicación científica. Es fruto de la liberación de una serie de neurotransmisores, como la serotonina, la adrenalina y otros, que reducen el flujo sanguíneo en esa zona, dilatan las arterias y aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial. En un sentido metafórico y poético, 'esas mariposas' las podemos relacionar con un echar a volar nuestros sueños de amor y felicidad; con la liberación del deseo y los sentimientos; con el fluir energético vital, con la ligereza, la expansión y, en definitiva, con la esperanza de transformación que todo ello implica.
¿Es cierto que el esternón es un punto clave?
Es una zona clave, porque el esternón, de alguna manera, 'conecta' la boca del estómago (inicio de ese segundo cerebro) y el plexo solar (tercer chacra) con el corazón (otro cerebro más y cuarto chacra). Es una zona altamente energética y significativa, muy directamente relacionada con las emociones y la respiración, ambas vitales y estrechamente interconectadas, y, a su vez, con nuestros vínculos afectivos. Representa un punto de unión también entre la respiración torácica y la abdominal. Muchas emociones ingratas conscientes o inconscientes se manifiestan en forma de bloqueos y dolores en esa zona. Equilibrarla y reequilibrarla es muy beneficioso para restablecer un flujo emocional y afectivo armónico y saludable. Es una de las pretensiones de la meditación y la relajación, aflojar tensiones y bucles de pensamiento que involuntariamente la contraen.
¿Y nuestro vientre?
A los niños les duele la barriga cuando mamá se va, cuando no quieren ir al cole o cuando sienten tristeza, desamparo, soledad. A muchos adultos, también, cuando algo nos inquieta o nos preocupa en exceso. Son señales de la relevancia y las profundas resonancias emocionales del aparato digestivo en su totalidad. Se da la paradoja de que, aunque allí se localizan y manifiestan emociones muy profundamente relacionadas con el origen de la vida y con necesidades vitales de primer orden, se considera una zona inferior o de segunda categoría. De ahí que tengamos tendencia a manejar lo emocional de cintura para arriba. Desde luego, sería terrible circunscribirlo a esta parte visceral o primaria solamente, porque entonces nos moveríamos y relacionaríamos por impulso o instinto nada más. No obstante, también lo es desatenderla, puesto que, entonces, nos fragmentamos, nos desconectamos y nos desvitalizamos.
Somos una sociedad que no atiende demasiado a sus emociones. ¿Qué podemos hacer para reconectar con ellas?
Para aprender a escuchar las emociones, necesitamos adquirir conocimientos básicos sobre ellas, buscar orientación o ayuda en personas que ejerzan de guías o maestras, e, ineludiblemente, pausar nuestros ritmos. Abstraernos del ruido incesante que hay afuera y, a veces, adentro, y proporcionarnos momentos de silencio, de conexión con uno mismo, de introspección, contemplación y autoindagación. En definitiva, de lo que el profesor de psiquiatría de la UCLA Daniel Siegel denomina tiempo interior, uno de los tiempos fundamentales para la salud cerebral, física, social y emocional.
Ya que somos tan pragmáticos y utilitaristas, ¿para que nos va a 'servir' esa reconexión?
Creo que lo más maravilloso de todo esto es que nuestro cuerpo es un mensajero emocional absolutamente vital. Nos susurra y nos cuenta lo que nuestra alma no sabe o no es capaz de expresar, de tal manera que nos regala perlas de autoconocimiento y nos marca retos, posibilidades, necesidades y límites esenciales para nuestro crecimiento personal y para el cuidado de nuestra salud y bienestar. El neurobiólogo portugués Antonio Damasio lo denomina el marcador somático. Entiende las emociones como señales corporales que nos informan, nos orientan, nos alertan, nos protegen y nos ayudan a tomar decisiones, incluso antes de que nuestro cerebro pueda procesar racionalmente lo que nos ocurre.