CUERPO
Entrevista

Andrea Sorinas, autora de 'El libro que la industria alimentaria no quiere que leas': "Los superalimentos son engañabobos si los comparas con legumbres"

Esta nutricionista quiere que las grandes compañías dejen de engatusarnos con etiquetas ambiguas y eufemismos. Cree que se puede comprar mejor para comer bien incluso con productos de abrir y listo

Andrea Sorinas, nutricionista especializada en obesidad, nutrición clínica y patologías digestivas.
Andrea Sorinas, nutricionista especializada en obesidad, nutrición clínica y patologías digestivas.Alma Moreno
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Del debería comer sano pero pierdo la motivación con el tiempo, al quiero comer sano sin que me tomen el pelo porque me siento mucho mejor. Es el cambio de enfoque que propone Andrea Sorinas (Binéfar, Huesca, 28 de mayo de 1987), diplomada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en obesidad y patologías digestivas con 12 años de experiencia en el cambio de hábitos.

En El libro que la industria alimentaria no quiere que leas (Ed. Libros Cúpula), la también creadora del proyecto Con Coco Nut propone soluciones sencillas y prácticas para dejar de pensar que la alimentación saludable es aburrida, cara y restrictiva, y empezar a centrarse en sus beneficios en el bienestar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas se cobran la vida de 41 millones de personas todos los años, el equivalente al 74% de las muertes mundiales. La forma más eficaz de luchar contra las enfermedades que provocan estas muertes es combatiendo factores de riesgo que propician su desarrollo: el sedentarismo, el alcohol, el tabaco y la mala alimentación. "Si está en nuestra mano prevenirlas, ¿por qué no nos ponemos manos a la obra?", se pregunta.

Nuestro estilo de vida define qué patologías vamos a padecer y cómo nos sentiremos en el día a día, asegura la dietista.
Nuestro estilo de vida define qué patologías vamos a padecer y cómo nos sentiremos en el día a día, asegura la dietista.Alma Moreno

¿Por qué ha elegido este título tan llamativo y provocador?
Sólo en España, la industria alimentaria mueve 140.000 millones de euros al año, y su gran objetivo no es nutrirte mejor, sino vender más. Gana dinero vendiendo ultraprocesados con reclamos como el 'alto en proteínas' y esto es un negocio. Un pepino no da dinero, por mucho que aprietes al agricultor, llega hasta donde llega. Pero un ultraprocesado puede monetizar a partir del márketing, estrategias y la publicidad. No quiere que el consumidor sepa pensar por sí mismo y motivarse para comer sano o recuperar esa motivación cuando decae.
¿Y qué nos falta para motivarnos o para no vivir bajo la disciplina, que es la que no falla cuando la motivación oscila, pero parece que también nos lleva a vivir en restricción?
Todo lo que conlleva un esfuerzo nos saca de la zona de confort y cuesta. Habrá personas que ya han encontrado sus motivos por los que hacerlo y, a las que no, les explico los motivos por los que es tan importante comer sano nada más comenzar el libro. No es verdad que la motivación se mantenga toda la vida, pero hay que tener herramientas para mantenerla, tanto en la alimentación como en el trabajo o la vida.
¿Cuándo empezó todo este lío con los alimentos?
Los seres humanos no teníamos dudas sobre cómo alimentarnos hasta que empezamos a 'meter mano' en los alimentos y modificarlos. De eso no hace tanto, unos 250 años, coincidiendo con la Revolución Industrial. Nuestras despensas se llenaron de azúcar blanco, harinas refinados y grasas hidrogenadas.
"No comas nada que tu abuela no reconocería como comida", escribe en el libro, aunque reconoce que la frase no es suya, pero se la grabó a fuego. Sin embargo, es cada vez más complicado huir de productos precocinados y ultraprocesados que hacen la vida más fácil a gente sin tiempo en supermercados que cada vez albergan menos comida real. ¿No cree?
Para eso he escrito este libro. Actualmente, el obstáculo al que nos enfrentamos es nuestro ritmo de vida actual. Si tenemos tiempo, preferimos invertirlo en otra cosa que en estar cocinando dos o tres horas algo que nos comemos en 10 minutos. Pero se puede comer rápido y saludable. Y también hay procesados de abrir y listo con buenos ingredientes. El problema es que la industria ya sabe que tú no tienes tiempo y que, en cierta manera, te preocupa muy poquito tu salud. Así que te intenta colar ultraprocesados como galletas Digestive, light o rico en fibra con sus mensajes y acabas comiendo los mismos alimentos de mala calidad. Propongo que el consumidor aprenda a tener un pensamiento un poco más crítico y compre mejor.
Critica las aplicaciones para leer etiquetas porque cree que nos evitan pensar, dándole a un botón que además puede estar manipulado. ¿No son tan útiles como parecen?
Estamos en la era del autómata, lo hacemos todo en piloto automático. Cuanto más robotizado esté todo, mejor. Y somos lo que comemos, dice el dicho. De ahí parte la predisposición a enfermedades y cómo nos sentimos en el día a día. Algo tan importante no deberíamos dejarlo en manos de máquinas o de la propia industria alimentaria, que es la que decide lo que comemos. Tendríamos que desautomatizar la alimentación cuanto antes.
¿Por qué no hay una conciencia social generalizada con respecto a todo lo que puede prevenir una buena alimentación?
Influye mucho la educación alimentaria que tenemos. Se nos ha hecho creer que comer sano es cuidar nuestro aspecto físico. Si ese tema no te interesa en especial, no lo sigues porque se desconoce todos los beneficios a nivel salud que aporta. Toda la vida nos han dicho que comer sano es estar en una cárcel, vivir a dieta, invertir más tiempo... con esa mala prensa, es normal que la gente no se quiera sumar. Nos lo han inculcado todo al revés.
¿Qué procesados sí tienen buenos ingredientes y son interesantes?
No hay ningún alimento prohibido, ni buenos o malos porque todo depende del conjunto de la alimentación y del contexto. Lo que propongo es identificar los ingredientes que sólo aportan placer pero no salud. Debemos aprender a llevar una alimentación consciente y saber cuándo tiene cabida un alimento de forma puntual, como en un cumpleaños la tarta de postre. O quizá sea un antojo o unas ganas de dulce momentáneas. Todo depende de la frecuencia. Soy de las que piensan que un donut al año o una magdalena al mes no hacen daño. Dicho esto, una forma fácil de diferenciar un procesado saludable de un ultraprocesado en el súper es que tengan pocos ingredientes, se entiendan las palabras y la modificación sea muy escasa. La misión que tiene es alargar la vida útil del producto o seguridad alimentaria: que tú no te pagas malo si te tomas esa conserva o cambiar la textura de la materia prima para volver el producto, por ejemplo, más digestivo, como un yogur natural o un tomate triturado en lata.
Ponga otro ejemplo fácil.
Un bote de legumbres ya cocidas.
¿Y qué ingredientes de baja calidad deberíamos evitar?
Azúcar, que puede aparecer con otros nombres, así que cuidado, harinas refinadas, aditivos y exceso de sal. Los ultraprocesados llevan mucha modificación, por eso sus listados de ingredientes son tan largos, no se comprenden y tienen colorantes, edulcorantes... para volver el producto más atractivo.
¿Cuándo se permitiría caer en estas guarrindongadas, como las llama en el libro?
Soy súper contraria a una flexibilidad entendida como me paso la semana en una cárcel comiendo bien para que llegue el sábado y sea mi día libre. Porque ese día la persona va a hacer todo lo que pueda y, cuanto más ilegal, mejor. La escasez y restricción nos hace comer peor y no deja de ser cultura de dieta. La prohibición llama al deseo y a veces sólo lo comemos por que es ese día libre y ni siquiera por que nos apetezca. Si cambias el enfoque y comes saludable porque te sienta mejor, cuando tienes ganas de dulce te comes un donete y no todo el paquete en un día. En cambio, si los donetes están prohibidos, el día libre te zampas cinco del tirón. Normal. Es como el papel higiénico en la cuarentena. Vivir en escasez nos hace ir a por más. Es una bomba de relojería que no puede salir bien.
¿Cree que hay una gran polarización en la alimentación?
Sin duda y es un error garrafal prohibir grupos de alimentos. Puede que en alguna patología concreta la dieta keto tenga beneficios seguida por un profesional, pero a groso modo en la sociedad no necesitamos eliminar los carbohidratos. Pero eso vende. Si te digo que comas verdura, no da dinero.
Pero dentro de los enfoques que hay, existe una cierta unanimidad y se alaba el plato Harvard. ¿Es partidaria?
Es una guía alimentaria más. Sí que es verdad que es la más acertada, intuitiva y fácil de aplicar de todas las vistas en mis años de carrera. Muchos nutricionistas estamos de acuerdo de forma unánime, pero no puede ser una norma cerrada, porque nos hace otra vez el efecto cárcel. El método del plato me gusta verlo en el total del día. Por ejemplo, proteína a mediodía e hidratos por la noche, pero equilibrado, aunque no sea en el mismo plato. Es preferible un conteo ingerido en el total. Si ya he comido dos huevos por la mañana, igual luego me falta el hidrato de carbono para que no haya un exceso de proteína. Y al revés, si desayuno tostadas, me faltará más proteína.
¿En todos los platos debería haber verdura por norma general?
Sí que no puede faltar en comida y cena porque nadie desayuna coliflor ni calabacín. Si no metemos vegetales en comida y cena no llegamos a los requerimientos diarios necesarios, que deben llegar a un 50%.
¿Por qué dice que los superalimentos no existen?
Los superalimentos son engañabobos si los comparas con legumbres como el garbanzo, que gana por goleada. Estas modas son una auténtica chorrada porque hay alimentos de cercanía que tienen unos valores nutritivos altísimos, pero claro, como no venden no tienen tan buena prensa.
Las grasas, como ahora los carbohidratos, se han demonizado durante años. ¿Son convenientes los productos light?
No todas las grasas son perjudiciales para la salud. Las buenas son antiinflamatorias y necesarias para muchos procesos del cuerpo, porque son liposolubles y contienen gran parte de vitaminas necesarias. La leche desnatada, por ejemplo, no tiene mucho sentido, ya que en la grasa de la leche es donde está la vitamina D, que es la que se necesita para la absorción del calcio. La grasa de los lácteos no está relacionada ni con obesidad ni con enfermedades cardiovasculares. Que un producto sea light sólo significa que lleva un 30% menos de grasa respecto a su homólogo de la misma marca. Es comparar la mayonesa X con la mayonesa X light, pero puede seguir teniendo muchas calorías o ser poco saludable. Además, al quitarle la grasa se le pueden añadir otras cosas porque a la industria no le interesa que esté malo. He visto hasta rellenos con agua a precio de oro. Han tenido mucha publicidad enfocada a la pérdida de peso y no es así.
Y se han destinado a las mujeres en especial, ¿es perjudicial no ingerir grasas buenas en etapas como la menopausia?
Es otra cosa que me cabrea mucho, porque a la mujer se le ha inculcado toda la vida una figura perfecta y se le tratan de vender productos para conseguirla. Todo lo light ó 0% es rosa o morado. Encima de crear confusión al consumidor con el tema de que adelgazan, lo dirigen a la mujer que es la que debe tener la silueta 10. Es intolerable.

PAUTAS DE LA NUTRICIONISTA

  • Llenar el carro de materias primas, alimentos frescos sin etiquetas
  • En segundo lugar, procesados saludables fáciles, como legumbres ya cocidas, verduras y frutas congeladas a las que siempre echar mano...Sus etiquetas tienen menos de cinco ingredientes y se comprenden
  • Priorizar los vegetales en todas las comidas, optando por ensaladas y verduras de primero o guarnición en comida y cena
  • Comprar pescados o carnes para hacer a la plancha o al vapor, en lugar de fritos o empanados
  • Visualizarte en el futuro que deseas te llenará de motivación para no olvidar tus propósitos por el camino
  • Haz un plan de acción concreto y específico: qué quiero conseguir, para qué y cómo lo haré

El libro que la industria alimentaria no quiere que leas de Andrea Sorinas está editado por Libros Cúpula y puede comprarlo aquí